Despertares

Pasan los meses en medio de una densa niebla, que parece que permite ver la realidad, pero no son más que sombras difusas. 

En todo  ves buena voluntad, gestos altruistas, buenas intenciones.

Todo lo vas asimilando sin análisis, sin procesar, lo vas almacenando. 

A ello contribuye el sistema sanitario, que trata de recuperarte, ocultando los síntomas, anulando voluntades. Lo de menos es tratar directamente el problema, si es que existe.

Pero pasan los días,  las semanas, los meses. Y uno se cansa de medicaciones inútiles y decide afrontar la realidad sin «ayudas» externas.

Y a la menor oportunidad, pienso por mi cuenta, reflexiono sin condicionantes emocionales. Falsamente emocionales, más  bien emotivos.

Y vuelven los recuerdos: los malos,  dolorosos, y los buenos; conversaciones, promesas, nombres que hay que rescatar del fondo de la memoria. 

Y valoro: cuántos de aquellos, de aquellas, quedan? Dónde están los que ofrecían tanto? Dónde estaban los que tenían que estar y no acudieron?

No los juzgo. Me duele, pero comprendo.

Comprendo que se trata de salvar el mal momento. Y que después, cada uno tiene lo suyo, que ya es bastante.

Y me duele, no por mi, sino por ella. Por aquellos que le han fallado. Algunos, otra vez más. Otros, como siempre.

Tampoco creo que esperase gran cosa de muchos de ellos. 

De otros, de los que de verdad importaba, sí.

No hay en mi ningun resentimiento.

Pero ya no me importan sus historias, sus escusas…, sus miedos.

Que no me hagan perder el tiempo. 

Los sitúo en el lugar que para mi tienen: al margen de mi vida. 

Y les dedicaré muy poco de mi tiempo, que tampoco es tan importante.

Y también me he dado cuenta de con quiénes de verdad podía contar, los que han estado a mi lado cuando se lo pedí, o sin pedirles nada. 

Los que me han tendido la mano para ayudarme a salir de las sombras.

Y aún no sé si les fallaré…

Esta entrada fue publicada en Sin categoría. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario